martes, 24 de agosto de 2021

Atrapados en telarañas, Mustapha Handar.

 

MUSTAPHA HANDAR

(Marruecos, 1982)

Escritor marroquí y miembro del Colectivo Internacional Minificcionistas Pandémicos. Sus minificciones han sido difundidas en varias revistas y antologías internacionales en México, Colombia, Argentina, España, Chile, Nicaragua, Perú, Guatemala y Costa Rica.  Ha publicado su primer libro de microficción Atrapados en telarañas (Quarks Ediciones Digitales, Perú, 2020).




Atrapados en telarañas es un libro de minificción publicado bajo el sello de la editorial Quarks Ediciones Digitales de Perú en 2020. Consta de 15 microrrelatos que cuentan distintas microhistorias de personajes de diferente caracterización pero que comparten situaciones aciagas, momentos tétricos, sentimientos de desasosiego y pánico; y, máxime, el mismo destino: el destino de la mosca al caerse en una telaraña. Cada texto es un tejido de palabras. En cada historia un palacio, la naturaleza, o, incluso, una idea o emoción, por muy bellos e interesantes que parezcan, pueden ser una telaraña amenazante e invisible; una anciana, un niño, una familia o el mundo entero pueden ser víctimas; y un rey, una persona de confianza, un asesino o los propios defectos psicológicos pueden ser una araña tremebunda y letal.      

 

 

La noche mil dos

 

Era una noche de plenilunio muy tranquila cuando Scheherayar disfrutaba el suave céfiro nocturno por el mirador de su alcoba. Juró a Scheherazade que las mujeres de su reino serían bien veneradas. De repente, una nube cubrió la luna y entró Shahzamán todo rojo izando su espada ensangrentada. El visir le dijo al Sultán: “¡¡¡El hermano de su majestad acaba de exterminar a todas las sultanas del imperio!!!”.

 

 

El mensaje de auxilio

 

«La Tierra es mi patria. La humanidad, mi familia»

Khalil Gibran

 

Andaban por la playa cuando las olas lo arrojaron a sus pies. Pablo lo recogió cuidadosamente y le quitó las algas que le tapaban la pequeña cara. De la cadena que llevaba en el cuello pendía una cajita, como una gota de lluvia, grabada con la palabra Aláh en letras árabes cúficas. La abrió y halló un papelito con un mensaje:

-¡Socorro! ¡Nos estamos hundiendo! Una tormenta está a la vista. Nuestra hija no soporta el frío ¡Por favor, ayúdennos! -leía consternado.

-Este oso de peluche hizo una gran obra. No le falló a esa pobre niña -entonó Javier sin expresar la instantánea idea que le sugirió la fidelidad de aquel juguete: comprar un oso similar a su propia hija.

-Es una familia de refugiados. Necesita una urgente operación de rescate -dijo Pablo antes de avisar por radio al Centro de Control. Sin embargo, la respuesta que recibió antes de que la comunicación se cortara pareció proceder de un mármol más que de un ser humano.

-Solo confiamos en los mensajes de auxilio que nos llegan adentro de botellas.

 

 

Cǒntagiǒ

 

La nǒticia se prǒpaló cǒmǒ una epidemia. La gente rǒmpió la cuarentena vital; y salió cǒrriendǒ, en ǒleadas, en pǒs de la vacuna efectiva cǒntra el virus asesinǒ que se extendió pǒr tǒdǒ el planeta. Nǒ había vacuna. Ni médicǒ descubridǒr. Ni se le encǒntró rastrǒ al divulgadǒr de la paparrucha. En mediǒ del caǒs, nadie quedó a salvǒ del cǒntagiǒ. Ni yǒ. Ni este textǒ que ahǒra tǒcas cǒn las manǒs y ǒjeas cǒn extrañeza.

 

 

Mustapha Handar

 

 

 

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