viernes, 18 de junio de 2021

Minificciones de Rubén García García.


RUBÉN GARCÍA GARCÍA

(México, 1946) 

Médico. Escritor autodidacta, con algunos cursos breves. ha sido publicado en diferentes revistas electrónicas e impresas y sus textos han sido incluidos en las siguientes antologías: Cien fictiminimos, Alebrije de palabras, Eros y Afrodita, en la minificción, Cuentos pequeños, grandes lectores, El libro de los seres imaginarios, Pequeficiones. Sm libro de quinto y primer grado. P.Rico. Orquesta de Memoria de Culco Bcs. Radica en la ciudad de Poza Rica. Blog: sendero.blog.




Glamour
Rubén García García Solo un instante le bastó a la avispa inocular su semen en el vientre de la araña. Semanas después, desde la dehiscencia de su abdomen volaban cientos de avispas con su estola de seda.



La prueba



Rubén envió Hoy a las 9:24

Ella tejía en un rincón de la sala, orquestaba los ganchos con sus manos largas. Él tamborileaba pensamientos; nada le parecía relevante, las evocaciones pasaban veloces y livianas. Fumaba. —¿Qué haces? —Tejo. —¿Es una corbata? Ella ignoró el sentido irónico y siguió con la labor. —Sólo practico un punto que resista cualquier embate. Él salió dando un portazo. la fina lluvia iniciaba. —¡Tu gabardina! —le gritó. —Eres divina, estás en todo. —Sólo te cuido. —dijo paciente. Se internó por el barrio. La luz dejaba ver los grafitis. Bajo el dintel de un viejo portón cantaba un ciego. Entró en el bar, pidió un tequila, después otro. La luz traspasaba las capas de humo que salían de la boca de los parroquianos. Un saxofonista resoplaba el instrumento. No aguanto más y pidió la cuenta. Por la mañana, su esposa lo encontró colgado con el lienzo que ella había tejido. Dijo para sí: “El punto no es tan bueno, tendré que ajustarlo”, y empezó a vestirse de negro.


Es la única gata cuyo nombre es Gata. Así entiende. Por la mañana me sigue hacia la cocina, mientras tomo el café se enrosca en mi pierna y maúlla: cómo diciéndome “¡A qué horas, me sirves!” En la noche, al retornar a la casa, me espera en el portón, -ella reconoce el ronroneo del carro y corre a recibirme-, no es que sea muy afectuosa, sucede que tiene hambre. Maúlla suave y prolongado, diciendo: ¡qué tarde llegas!
Gata tiene una historia de sobrevivencia, en eso se parece a mí. Pasa porque la vida convida sorpresas, misterios. Y es un misterio que yo esté con vida; como también lo es para ella.


 

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