lunes, 7 de junio de 2021

Dottie, de la escritora Nélida Cañas.





                                                                                 Encuentro

Un día, un dulce día, Dottie llegó a nuestras vidas. Era un montoncito de huesos y pelos de color canela con pinceladas marrones y negras. Enseguida me miró con sus ojitos de obsidiana y supe que era ella. Nuestra Dottie, que no venía a cubrir ninguna falta, sino a inaugurar la alegría. No hizo falta “domesticarla” para crear lazos, como cuenta la fábula de El principito. Ella movió la cola como una cometa en el aire puro y alto de la tarde y comenzó a seguirme dando saltitos. Para reconocerse en su nueva casa anduvo entre las cosas olfateándolas con un afán desmedido. Luego salió al jardín. Se quedó mirando un momento fugaz. Y se desató como un ovillo en ciento de cabriolas. Pura gracia celebrando la dicha de haber llegado.

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                                                                                 Compañía



Dottie me acompaña mejor que mi propia sombra. Cuando escribo ella se tiende a mi lado. Ante el mínimo movimiento me mira con el rabillo del ojo. Simula que duerme, pero no lo hace. Atenta a todo cuanto hago me aguarda para que salgamos al recreo del jardín. Quiere cazar una mariposa naranja desprendida de los días de otoño. La mariposa juega con ella en volutas de luz y se aleja. Dottie ya no la mira, gira en círculos cada vez más veloces hasta caer rendida de felicidad. Yo la miro. La dejo hacer. Agradezco la gratuidad de su existencia. Agradezco haberla mirado a los ojos y reconocerla como mi compañera de esta sencilla y dulce aventura de vivir.

Nélida Cañas

Córdoba, 7 de junio de 2021


Un montoncito de huesos y pelos de color canela con pinceladas marrones y negras.


Ojitos de obsidiana.


Simula que duerme, pero no lo hace.


Y se desató como un ovillo en ciento de cabriolas.

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