Las Reminiscencias de Carmen Tocay
Uno de mis guionistas favoritos es Charlie Kauffman
porque ha creado universos narrativos en donde se sublima la enfermedad mental.
Kauffman toca temas como el Alzheimer, la demencia
y otras enfermedades que causan problemas con la memoria, el pensamiento y el
comportamiento.
Los
síntomas generalmente se desarrollan lentamente y empeoran con el tiempo, hasta
que son graves e interfieren con las tareas cotidianas, en el caso de Kauffman
juega con los tiempos narrativos y vemos de manera no lineal el deterioro de
una persona.
Cuando
Carmen Tocay me compartió el libro Reminiscencias me recordó a las obsesiones
de Kauffman, así como la manera en que integra a las artes en la mente de las
personas, poesía, pintura, teatro, se conservan como la parte de la memoria más
precisa, como los recuerdos más puros, que en ocasiones dan lugar a
apropiaciones involuntarias. En la narrativa de Tocay, alguien cree que es el
personaje de una obra que leyó hace tiempo, como el caso de Ricardo, In
absentia, Obra ganadora del I Premio
Mundial de Micros Poe.
Son cuatro capítulos:
Recuerdos del olvido, Otras vidas, Confinamiento y Desamores, en donde
los personajes tienen recuerdos imprecisos, o una imagen del pasado llega a su
memoria, o una obra artística los hace recordar otras. Es decir, responden a las connotaciones de la
palabra reminiscencia según el diccionario es el “recuerdo impreciso de un hecho o una imagen del
pasado que viene a la memoria, también lo que lo que sobrevive de una cosa y
sirve para recordarla, una cosa que recuerda otra pasada; en especial, parte de
una obra artística que recuerda otras obras”. Un retrato de Diego Velázquez,
música de Bach, un cuento de Edgar Allan Poe.
Todas las personas poseemos reminiscencias que nos
llevan a otro momento de nuestra realidad, a un recuerdo y cuyo detonante puede
ser la música, eso pensé al buscar los referentes que son utilizados en algunos
de los textos contenidos en el libro Reminiscencias, de Carmen Tocay, porque no
recordaba haberlos escuchado (tengo una extraña y selectiva memoria y un temor
a que un día me abandone), por ejemplo:
Un velero llamado libertad. José Luis Perales, Canon en re mayor (fragmento).
Johann Pachelbel, My memory y resultó que luego de buscarlos y escucharlos podía
tararearlos o cantar fragmentos, o recordar en qué películas fueron
incorporados o en qué etapa de mi vida los escuché.
Era agradable transitar ese espacio en mi memoria al
pensar y escuchar los referentes musicales propuestos por Carmen. La música, es
tan potente que es capaz de vencer al olvido incluso a una mente que va
perdiendo cada uno de sus recuerdos. Una melodía hace frente a una enfermedad
neurodegenerativa como el Alzheimer.
Sin embargo, con la primera minificción:
La peste del olvido, Carmen establece un tono melancólico que está marcado en
los primeros capítulos, la mirada sombría de una enfermedad que va fragmentando
poco a poco la mente, y arrebata la identidad a las personas, ante la tristeza e
impotencia de sus familiares. Encontramos la presencia del cuidador muy cercano
al personaje protagónico, la hija, la esposa.
Una
dos
tres
generaciones
¡yo!
¡Peste, no te acerques a mí!
Le pregunté a Carmen si este proyecto fue inspirado en
algún familiar. Si son vivencias personales y ella me explicó que algún momento
un amigo médico me mencionó el caso de un actor con esa enfermedad y se planteó
qué sería de ella en caso de vivir con esta condición. “Luego investigué de
muchos artistas que lo sufrieron, para ellos es el homenaje”, me dijo. Por ello
la escritora guatemalteca integra elementos de la música y la pintura para
explorar memoria, identidad y pérdida.
Dice Carmen en
uno de los textos: “Amo tararear esta melodía. Durante mi infancia vi la música
a mí alrededor”. ¿Se puede ver la música?, me
pregunté ante la manera poética en que Carmen impregna la obra y utiliza la
hibridación genérica.
El color se fue
Cuando escuchaba
su voz, era purpura, me trasmitía su intensidad y tranquilidad. Recuerdo que
ella, amaba escuchar Fairy tale, veía como toda esa melodía se envolvía de azul
y rosa, se entornaban a ella porque era su aura. Besarnos era de ir de amarillo
a rojo intenso. Los colores de las letras también se tornaban distintos la (r) verde,
(c) roja, (o) naranja, (a) amarilla, (v) azul con textura. Así veía mientras
escribía. La nostalgia es blanca, como el vacío que hoy siento.
Aún conservo estos
recuerdos.
Ya no veo los
colores, todo lo veo gris, no entiendo, tengo miedo.
Lo mismo en Recuerdo mejor cuando pinto, en
Autorretrato del olvido y en
Incertidumbre:
―Ese hombre
siempre me vigila, me da miedo, podría lastimarme, allí viene. (El hombre lleva
un lápiz en mano,
lo ofrece a su padre).
―¿Padre le
gustaría dibujar?
―¡No! ¡Deje de
molestarme!
El hombre se va
tristemente.
―Tengo la
impresión de estar estancando en un tiempo. Tengo el vívido recuerdo de ella,
constantemente
lloro porque ella murió repentinamente. Solo ella sabía comprenderme.
Veo ese cuadro,
dicen que yo lo hice, ¡es mentira!, yo soy el gran Velázquez. Ese otro hombre
es el que alguna vez estuvo sano y feliz, contento pero desordenado, ese no soy
yo.
Vivo vacilando con
la incertidumbre de saber quién soy.
En Incertidumbre y en El color se fue, recuerdan, hasta
cierto punto, el seguimiento que se hace de la enfermedad a través los
autorretratos que William Utermohlen pintó tras serle diagnosticado alzhéimer
ayudan a comprender el desarrollo de esta dolencia”. “El color desaparece y, como si de una metáfora de la enfermedad
se tratara, pasa de vivir y expresar la vida en color, a existir y comunicarla
en blanco y negro. El manejo del pincel se vuelve más burdo, más tosco y, al
final, produce líneas hechas con un lápiz.”
En este proyecto artístico los significados de
reminiscencia, nos llevan a la angustia,
decadencia, sufrimiento, pero también nos recuerdan que el arte es tan potente
que es capaz de vencer al olvido.
Fotografías sin
color
―¿Qué haces?
―Veo estas cosas
sin color.
―Son fotografías,
eres tú. Eras muy joven y hermosa. En algunas estabas cantando, en otras bailando,
en otras simplemente posando.
―¡Esa no soy yo! ―Respondió
furiosamente.
―Eres tú, mamá.
―Que no, esa perra
eres tú, ¡eres una maldita perra!
―Mamá no es
cierto. ―Se reprimió con unas lágrimas.
―Las personas
siempre dijeron que estuviste con muchos hombres.
―Mamá solo eran
chismes.
―¿Por qué lo
niegas? ―Le da varias cachetadas.
―Ya no llores. ―Limpia
sus lágrimas.
―Mama tú debes tranquilizarte.
―Lo único que
deseabas es que alguien te amara. ―Se va carcajeándose.
Música etérea
Es una tarde de
otoño, bajo un árbol dorado se observa un violín.
―Madre siéntate.
―¡Mira es mi
violín!
―¿Quieres tocarlo?
―Sí, espero
recordar…
Empieza a tocar My
memory.
―Mi mente se
siente lucida, las notas de las melodías son etéreas. La música hace que un puñado
de recuerdos entren como una luz confortable. A modo de fotografías, veo mi
infancia, mi
juventud, las flores, la lluvia, el amor, la tristeza, tu padre, y a ti.
Regresar a verte parece inalcanzable, debes saber que tu amor vive en mi
corazón, aunque no lo parezca.
Vivo, cuando
regreso a mi memoria.
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