Fabiola Morales Gasca Maestra en Literatura Aplicada en la Universidad Iberoamericana plantel Puebla. Titulada del Instituto tecnológico de Puebla en la Licenciatura de Informática y egresada de la Maestría de computación en la Facultad de Ciencias de la Computación de la BUAP. Fue alumna de la Casa del Escritor y la Escuela de Escritores. Egresada del Diplomado de Creación literaria de SOGEM. Autora de libros infantiles, poesía, cuento y minificción. Participante en diversas antologías de España, Argentina, Venezuela, Colombia y México. Fabiola es lectora voraz y escritora incansable.
LA GOTA
La llevó al hotel después de tres copas. Ni
siquiera la besó, la arrodilló enfrente a él depositando su pene con toda
su ansiedad sobre la boca de ella. La frescura de sus labios hizo que vaciara
hasta su última gota de semen sobre el pecho de la mujer. Él no se percató que,
a medida de que el esperma se deslizaba entre los senos, una
luz azul emanó de la femenina medula ósea, extendiéndose por toda la
habitación. La piel de ella se iluminó de tonos del arcoíris, pasó de simple
mujer a hermosa hembra. Entonces la vio con lujuria exquisita y la
penetró con la más furiosa lentitud para, líquido desintegrarse en el profundo
espectro de ella.
LA NUEVA LLAVE
Tú mereces un hombre
diferente cada día. Fue la última sentencia que le escuchó de su boca al
despedirse. Ella, sería, taciturna, de
mirada inteligente y de cuerpo voluptuoso, no supo cómo responderle. Pero algo
dentro de ella se ahogó, se sintió un animalito indefenso tirado a un profundo
pozo seco. Al transcurrir los días extrañó el restregar los cuerpos, la
penetración lenta, dolorosa, pero delirante de aquella raíz de hombre fatigada.
Pensó en su espalda,
en sus nalgas sobre ella debatiéndose entre la vida y ganándose la muerte
pequeña. Recordó el paraíso entre sus piernas abriéndose ante esa llave
desgastada, oxidada por fracasos acumulados. Y así sobre el precipicio de la
más pura nostalgia se lanzó con su corto vestido entallado y un pequeño bolso
de mano y se fue a parar en una semioscura esquina del pueblo. Remató ahí al
encerrado paraíso a una llave más joven y menos extenuada.
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