Susana
López Malo nació en Puebla. Es Licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana.
Ha trabajado en diversos proyectos editoriales —educativos, publicitarios y
literarios— y ofrecido varios talleres que promueven la lectura y escritura con
y para niños y jóvenes. De 2012 a la fecha, se ha formado en numerosos talleres
de creación literaria y como mediadora de lectura.
Si vienes, te cuento es su primer libro de cuentos para
niños, el cual fue editado por Fomento Editorial BUAP en 2015. En 2016, su
cuento Arturo fue publicado en Brevario Antología de cuentos de la E,
del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla. Ese mismo año, con el
cuento Mudanzas, Susana ganó el primer lugar en el concurso de cuentos
sobre alebrijes del Museo de Arte Popular de la Ciudad de México.
La obra de Susana
también ha sido publicada en diversas antologías nacionales e internacionales
como: Muestra de cuento Universitario (2012), Poquito porque es bendito (2013),
Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve
peruana (2017), Cortocircuito. Fusiones en la
minificción (2017), Vamos al circo. Minificción
hispanoamericana (2017), Resonancias (2018), Mosaico (2020) y Ficción
atómica (2020).
Vendida
Musicalizada por Minimanía
Difusión de la minificción
Ahí
estaba, brillaba ante mis ojos. Era la casa de mis sueños, de los dibujos de mi
infancia: con fachada de cuadrado, techo de triángulo, puerta de rectángulo y
ventana circular.
El sol era espiral con rayitas a los
lados; el árbol tenía copa de nube y sus cuatro manzanas rojas. En la puerta,
una niña con vestido de triángulo, bazos y piernas de palo, me saludaba. Y el
perro, ovalado sin cola, me recibía con un ¡Guf!
Reconstruido
Aparece en Ficción Atómica, Editorial
Palíndroma
Un
día despertó con una pierna rota, y no le quedó más remedio que comenzar a
arrastrarla para poder caminar.
Al día siguiente se miró en el espejo y
descubrió que tenía un brazo chueco. Intentó enderezarlo desde el codo, luego
desde el hombro, pero no pudo.
Al
mes, ya traía la cabeza en la mano y la cadera chueca. No cabía la menor duda:
era un hombre nuevo.
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