domingo, 4 de abril de 2021

Minificciones de la escritora Susana López Malo.


 


Susana López Malo nació en Puebla. Es Licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Ha trabajado en diversos proyectos editoriales —educativos, publicitarios y literarios— y ofrecido varios talleres que promueven la lectura y escritura con y para niños y jóvenes. De 2012 a la fecha, se ha formado en numerosos talleres de creación literaria y como mediadora de lectura.

Si vienes, te cuento es su primer libro de cuentos para niños, el cual fue editado por Fomento Editorial BUAP en 2015. En 2016, su cuento Arturo fue publicado en Brevario Antología de cuentos de la E, del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla. Ese mismo año, con el cuento Mudanzas, Susana ganó el primer lugar en el concurso de cuentos sobre alebrijes del Museo de Arte Popular de la Ciudad de México.

            La obra de Susana también ha sido publicada en diversas antologías nacionales e internacionales como: Muestra de cuento Universitario (2012), Poquito porque es bendito (2013), Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana (2017), Cortocircuito. Fusiones en la minificción (2017), Vamos al circo. Minificción hispanoamericana (2017),  Resonancias (2018), Mosaico (2020) y Ficción atómica (2020).

 

Vendida

Musicalizada por Minimanía Difusión de la minificción

 

Ahí estaba, brillaba ante mis ojos. Era la casa de mis sueños, de los dibujos de mi infancia: con fachada de cuadrado, techo de triángulo, puerta de rectángulo y ventana circular.

El sol era espiral con rayitas a los lados; el árbol tenía copa de nube y sus cuatro manzanas rojas. En la puerta, una niña con vestido de triángulo, bazos y piernas de palo, me saludaba. Y el perro, ovalado sin cola, me recibía con un ¡Guf!

 

 

 

 

Reconstruido

Aparece en Ficción Atómica, Editorial Palíndroma

Un día despertó con una pierna rota, y no le quedó más remedio que comenzar a arrastrarla para poder caminar.

Al día siguiente se miró en el espejo y descubrió que tenía un brazo chueco. Intentó enderezarlo desde el codo, luego desde el hombro, pero no pudo.

Al mes, ya traía la cabeza en la mano y la cadera chueca. No cabía la menor duda: era un hombre nuevo.




 

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