Perla
C. Hermosillo
(Guadalajara, 1982). Es doctora en Educación, maestra en Literatura Mexicana y licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Además de cuento corto, escribe minificciones, las cuales han sido publicadas en diversas antologías, como Minificciones desde el encierro (2020), Microfilmes en prosa. Cartelera de brevedades sobre cine (2020), Resonancias (2018) y Corto circuito. Fusiones de la minificción (2017).
Ha sido editora, correctora de
estilo y jurado de concursos de minificción. En la actualidad, es creadora de
contenido literario del canal de YouTube, Ficción Súbita y es profesora en el
Centro Universitario de los Valles de la Universidad de Guadalajara y en el
Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).
Lección de vida
Su
amiga hacía todo mal: se involucraba con hombres inestables o casados; comía
frituras en exceso y luego se quejaba de su gordura; quería controlar la vida
de los demás y sufría de dependencia emocional con la gente que la rodeaba. Un
buen día, cuando le estaba dando clases de control de crisis a su querida
compañera, se dio cuenta que, en realidad, se encontraba hablándose a sí misma
frente al espejo.
Vida
circular
Teníamos tres
meses encerrados en casa. No salíamos para nada, todos los servicios los
pagábamos por internet, la despensa y artículos de limpieza los solicitábamos a
domicilio. Nos habíamos habituado a hacer todo juntos: comer, ejercitarnos,
asear la casa, leer, trabajar mediante videoconferencias…y es que esto de ser
roomies al inicio era un infierno porque él no me agradaba tanto. Ahora hasta
me maquillo a diario para darle una buena impresión. Parece que le agrado.
Cada día nos acercábamos un poquito más al otro para hacer las actividades
cotidianas; nos encantaba sentir un pedacito de la piel del otro, un roce
apenas perceptible, hasta que, con el correr inevitable del tiempo, aquellas
caricias tenues se convirtieron en abrazos, en el interminable tomarse de las
manos, en el contacto de nuestras espaldas en todo momento.
Después de tantos meses es imposible separarnos. Estamos pegados como
siameses. No nos incomoda, nos parece muy romántico. Todos los días deambulamos,
divertidos, por la casa, caminando en círculos con ayuda de nuestras
extremidades. En cuanto podamos salir de nuevo a las calles practicaremos esta
nueva forma de andar, para irnos a recorrer el mundo.
Por cierto, es maravilloso el nuevo
nombre con el que nos han bautizado: el andrógino moderno.
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