domingo, 4 de abril de 2021

Minificciones de la escritora Perla Hermosillo.

 

Perla C. Hermosillo

 

(Guadalajara, 1982). Es doctora en Educación, maestra en Literatura Mexicana y licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Además de cuento corto, escribe minificciones, las cuales han sido publicadas en diversas antologías, como Minificciones desde el encierro (2020), Microfilmes en prosa. Cartelera de brevedades sobre cine (2020), Resonancias (2018) y Corto circuito. Fusiones de la minificción (2017).

Ha sido editora, correctora de estilo y jurado de concursos de minificción. En la actualidad, es creadora de contenido literario del canal de YouTube, Ficción Súbita y es profesora en el Centro Universitario de los Valles de la Universidad de Guadalajara y en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).

 


 

Lección de vida

Su amiga hacía todo mal: se involucraba con hombres inestables o casados; comía frituras en exceso y luego se quejaba de su gordura; quería controlar la vida de los demás y sufría de dependencia emocional con la gente que la rodeaba. Un buen día, cuando le estaba dando clases de control de crisis a su querida compañera, se dio cuenta que, en realidad, se encontraba hablándose a sí misma frente al espejo.

 

 


 

Vida circular

Teníamos tres meses encerrados en casa. No salíamos para nada, todos los servicios los pagábamos por internet, la despensa y artículos de limpieza los solicitábamos a domicilio. Nos habíamos habituado a hacer todo juntos: comer, ejercitarnos, asear la casa, leer, trabajar mediante videoconferencias…y es que esto de ser roomies al inicio era un infierno porque él no me agradaba tanto. Ahora hasta me maquillo a diario para darle una buena impresión. Parece que le agrado.

Cada día nos acercábamos un poquito más al otro para hacer las actividades cotidianas; nos encantaba sentir un pedacito de la piel del otro, un roce apenas perceptible, hasta que, con el correr inevitable del tiempo, aquellas caricias tenues se convirtieron en abrazos, en el interminable tomarse de las manos, en el contacto de nuestras espaldas en todo momento.

Después de tantos meses es imposible separarnos. Estamos pegados como siameses. No nos incomoda, nos parece muy romántico. Todos los días deambulamos, divertidos, por la casa, caminando en círculos con ayuda de nuestras extremidades. En cuanto podamos salir de nuevo a las calles practicaremos esta nueva forma de andar, para irnos a recorrer el mundo.

            Por cierto, es maravilloso el nuevo nombre con el que nos han bautizado: el andrógino moderno.

 



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