Natalia Madrueño es tapatía por donde la
miren, tiene tres nombres eternos, estudió una licenciatura en Letras
Hispánicas y un máster en Estudios Avanzados en Literatura Española e
Hispanoamericana expedida por la Universitat de Barcelona. Escribe ensayo, cuento
y minificción. Ha dirigido talleres, mesas de lectura, promoción de escritura
creativa y charlas con escritores juveniles. Pertenece al colectivo
internacional: MP y en diciembre de 2018 recibió a la poeta uruguaya Ida
Vitale, quien es Premio Cervantes 2018 y Premio fil 2018, con un ensayo
dedicado a su obra narrativa. A Natalia le gusta además el café, las manos, música,
comida y el viento.
(Antología, Mar de voces, 2020. México:
Editorial universitaria)
Una tarde de septiembre, entre sonrisas y café
en mano conocí a un hombre que con su canción calmaba bestias y dotaba de sensibilidad
a algunas piedras. No debía mirarme y no debía mirarlo, pero su voz era tan
hermosa que no pude evitar admirarlo.
Entonces mi suspiro.
Cuando llegó el silencio y se viró para
encontrarme, ya nos habíamos perdido para siempre, y aunque sus ojos negros y
profundos se encontraron con los míos que ya lo amaban, tristes los dos,
aceptamos que no podíamos pertenecernos. Él tenía a su Eurídice y yo a mi
Orfeo.
MISERABLE
Inédito
Las penas con pan son buenas, pero hace tiempo
que mi alacena está vacía y por más qué hago, no sé cómo aliviarlas. Al
amanecer solía pedir a Dios el pan de cada día, pero a mi edad es difícil
encontrar trabajo. Luego recordé la frase “a quién le dan pan que llore”, y no
pude más, se hizo un nudo en mi garganta y entonces brotaron un par de lágrimas
porque hace mucho que nadie me ofrece un solo trozo. Después vino a mi mente lo
que le pasó al joven Jean Valjean cuando por hambre tuvo que robar y no quise
arriesgarme a probar su suerte. Por eso no me importó quedarme sin un brazo,
total, tenía dos.
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